Caminando por a vida a posteriori

“Aunque la mayoría de personas no va hacia ninguna parte, es un milagro encontrarse con una que reconozca estar perdida” José Ortega y Gasset

“Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.”

Antonio Machado

“Pero les pedimos que no nos dejen solos, que sigan caminando con nosotros y nosotras, porque caminar
en comunidad es muy bonito y se aprenden muchas cosas durante el trayecto.”
Sociedad civil las abejas Acteal

“Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma” Julio Cortázar

“E, se podo escribir de xeito,
que hasta un neno o entenda.
quedareime tan contento
e sentireime poeta”

Alberto Calvin Corredoira

“No me gustan las citas, porque generalmente no las entiendo” Yago Xenrón

Pero ¿no estamos todas un poco perdidas? El caminar nos ayuda a situarnos y cuando se hace en comunidad se aprenden cosas bonitas, algunas de las cuales no se pueden explicar con palabras, se explican mejor con silencios, miradas, lágrimas o abrazos.

Todavía estoy asimilando el viaje que realizamos este verano de 2022 cuatro personas por senderos de emtrambasaguas, nuestra comarca de vida y de origen. Un viaje físico, pero sobre todo emocional y vital. Caminamos al encuentro de los paisajes y las historias escuchadas de boca de nuestras padres y abuelas. Anduvimos atentos a maravillarnos con cualquier vestigio del anhelando paraíso de nuestra niñez, la sencillez humana y su generosidad, la fala viva, la exuberancia natural, la generosa diversidad animal, el vergel vegetal. Sabiendo que poco queda de ello, que menos ha de quedar, caminamos también para decir nuestro respeto y admiración, nuestro dolor y despedirnos con amor de un mundo que desaparece.

“E todo era alegría / e vida na aldea, / entonces había / o que xa non queda / Non queda xente / para
luitar ca terra, / e a que queda sinte / dolor e pena / vendo tristemente / morrer esta aldea.”

Trato de hacer una valoración del viaje y siento que esto que me palpita es lo mismo que anticipaba, todo se ha cumplido, pero agrandándose extraordinariamente. Las sensaciones, el poso del viaje, no pueden ser más terribles ni más hermosas, la total destrucción de un territorio, el fácil entendimiento humano.

Caminando se ve todo mucho más despacio y se tiene la pausa y el tiempo necesarios para reflexionar y apreciar con más detalle la catástrofe ecológica, el desierto de biodiversidad en que se ha convertido nuestra comarca. Un territorio exprimido y explotado puesto al servicio y los intereses económicos de unos pocos que no habitan el territorio, que están allá en otros mundos en ciudades cada vez más alejadas. Un expolio que se ha podido producir porque previamente la comarca ha sufrido un proceso colonial de represión autoritaria y de minusvaloración cultural. El convencimiento de que no hay futuro, que viene de “la certeza” de que no hay presente, de que esto no vale nada y como no vale nada podemos venderlo, destrozarlo por unas migajas que ya nos dan más de lo que vale y que con suerte nos permitirán marchar a otro lugar donde poder prosperar y olvidar esta mierda.

Todo el territorio destrozado, una catástrofe ecológica total de dimensiones inabarcables, silenciada, escondida, por los intereses económicos de unos pocos. Decenas de kilómetros de costa muerta, con el bosque de algas cantábrico extinguido, arrasado por la contaminación química de las empresas del Navia que vierten sin vergüenza sus desechosal mar. Un inmenso desierto de eucaliptos que se extiende aniquilando por completo la biodiversidad en el noroccidente; cadenas de enormes pantanos que reenriquecen a los re-ricos en algún lugar lejos de aquí; un mar de maíz transgénico, en una región hipócrita que se jacta de ser “libre de transgénicos”; acuíferos contaminados por el permanente riego de purines; tasas extraordinariamente altas de canceres en una comarca rural. Nuestra amada casa se ha convertido en un erial insalubre, ponzoñoso y nadie dice nada. Se ha impuesto el estruendo del progreso que acaba con toda forma de diversidad cultural, lingüística, animal, vegetal, de libertad de expresión o de información.

Y sin embargo, de la otra parte, hemos encontrado una gran sabiduría humana, un gran amor por lo propio. El encuentro humano fue extraordinario. No imaginaba encontrar, conocer a la gente de Llombatín y Bullaso, los de Buseco, los de Folgueirón, Alberto Pardiñas, el museo de la cuchillería, José Luis “Patas”, Eloi Couceiro, Emilia, los de Lourido y tantas otras que nos enseñaron los hermosos caminos que transitan y nos orientaron a nosotras que íbamos dando tumbos perdidas en un mar de preguntas. Gente a la que admirar y que han dejado un poso de verdad, de autenticidad. Algunas voces resistentes que cantan a la vida rural, a su lengua y a su cultura.

“Porque son os meus poemas / os de un simple aficionado, / os de un home de aldea /que quere cantarlle ó agro, /porque hai que ser poeta / cando se vive no campo.”

Digo cantan, porque lo que hacen, unas veces con museos de artesanía, otras con columpios de vistas maravillosas, con poemas o con asociaciones, y las más de las veces simplemente viviendo con amor y admiración hacia su cultura y su territorio, es música, es un canto a la vida. Son voces que rompen el reniego, son voces de vidas felices. En nuestro caminar nos acompañaron los que habitan en una casa que aman. Que no es que no sigan quedando en entrambasaguas algunos de los que piensan que su vida vale menos que la de otros, que no hay futuro, que no hay presente. Sin embargo, estos no se pararon a estar con nosotros o a participar nas polavilas, nos dieron conversación así como de pasada, con desgana y luego siguieron a lo suyo, a lamentarse, a negarse o a despreciar el territorio desde cualquier alcaldía.

Además del abrazo con nuestras raíces, con el paisaje y el paisanaje, este caminar tenía otra seducción, otro encanto: el de convivir con Carmen, Charlie y Cris que, aunque compartíamos amores y razones, algunos éramos meramente simpáticos conocidos sin relaciones profundas de amistad. El discurso, serio, actual, de la competitividad, nos auguraba que en una experiencia de tanto esfuerzo físico, de caminos cerrados o improvisados, en medio de una cocedora ola de calor, de mucho trabajo organizativo, de tanta carga emocional, de dormir en suelo duro y comer improvisando, de convivencia a tiempo completo; no cabía otra que el desencuentro. Pero hete aquí que no, que no hubo desencuentro. Pero tampoco fue la experiencia más transcendental de nuestra vida y nos hemos hecho amigos inseparables. Desde luego que han surgido lazos de amistad entre nosotras, pero sobre todo el viaje confirmó que es fácil ponerse de acuerdo entre personas que dan espacio a las demás para ser con sus defectos y sus virtudes. Que es natural establecer una relación de cooperación desde el respeto, que frente a la exigencia, la comparación o la envida, opone el placer de la generosidad, el hacer uno mismo, el apoyo mutuo y los cuidados compartidos. Carmen, Charlie y Cris, que experiencia tan hermosa he vivido con y gracias a vosotras, de corazón os digo que espero que esto no haya sido porque seáis unas personas extraordinarias, sino porque sois simplemente humanas.

…y esto era lo que yo estaba buscando… y hoy estoy tan triste, tan feliz y agradecido, tan asustado y descorazonado.

E chegou o desarrollo, / que así lle chamaron, / e engordou o gordo / a costa do flaco, / e ó final do conto / este é o resultado

Todos os versos na nosa fala que acompañan este texto son do libro “Taramundi, mil versos” de Alberto Calvin Corredoira, Editorial canela. Outro regalo desta viaxe, un extraordinario libro que podeis comprar en: w.w.w.editorialcanela.gal

Escrito por Yago Xenrón

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